Tenía una vida ocupada, trabajaba y viajaba mucho, estaba agitado, lo que me llevó a usar un antidepresivo. Desde entonces comencé a vivir en la mayor felicidad, incluso a mis hijos y mi esposa no les faltó la llamada píldora de la felicidad.

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Lo tomé durante unos seis meses, lo dejé durante uno o dos años, lo volví a tomar, y así sucesivamente. Los acontecimientos de mi día a día me estaban poniendo más agitado y volví a tomar el antidepresivo. Tiempo después mi terapeuta me refirió a Kawa Kawa (antidepresivo natural) y Flores de Bach. Meses después volví al antidepresivo anterior, comencé a sentir pequeños temblores en las manos y me di cuenta que el estado empeoraba, ya que el medicamento ya no era efectivo.

Los temblores en las manos aumentaron, perdí el control de mis movimientos, todo mi cuerpo temblaba. Todo esto, combinado con una debilidad. Volví a tomar el antidepresivo como un “león tranquilo”, solo para estar más tranquilo, porque mis actividades comerciales me agotaban y me ponían irritable. Lo fue, lo fue, hasta que llegué a mi límite físico, mental y emocional.

Busqué refugio en Praia da Pipa, cerca de Natal/RN y me quedé allí durante 40 días y nada mejoraba, seguía empeorando, mi energía se estaba agotando. Un día, caminando por la playa, con miedo al mar, me permití mojarme solo hasta los tobillos. Y una pequeña ola me derribó. VI UN AGUJERO ENORME DONDE ME CAÍ Y EL AGUA ME CUBRIÓ TODO, la arena se abrió y todo parecía tragarme. FUERON MOMENTOS DE TERROR, ¡mi esposa me salvó! Me dio la mano, me levanté y nos fuimos al Hotel.

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Entonces toqué fondo, mi negocio estaba en crisis y pensé en internarme, porque no podía seguir así. Hice terapia en la ciudad donde el terapeuta dijo que solo me aceptaría como paciente si tomaba el medicamento, lo cual acepté. Pasé por terapias diarias durante unos 20 días, usando acupuntura, masajes, jugando con colores, etc., y finalmente comencé mi viaje de regreso a la vida.

En este período que me recuperaba lentamente, terminé de leer el libro ESPÍRITO E MATÉRIA – Novos Horizontes para Medicina, del Dr. José Lacerda de Azevedo que me había recomendado mi amigo Francisco Passos. Cuando terminé de leer el libro vi que ahí estaba mi solución. Regresé a Brasilia y fui a buscar al amigo que me había dado el libro y le dije que quería ir a Porto Alegre para ese tratamiento. Me dijo que el médico había muerto hacía 3 años, pero que en Santa Catarina (Lages) había una persona seguidora de ese médico, que estaba dando un curso sobre el tema tratado en el libro y me invitó a ir. Acepté de inmediato y nos quedamos quince días en Lages, tratándome y estudiando el tema. Al final, HECHO, REGRESÉ OTRA PERSONA Y SE ACABÓ TODA ESA CRISIS. Ahora, ayudo a otros a buscar y encontrar el mismo camino que yo encontré.